¿Quién no ha sufrido alguna vez un arrebato emocional? Seguro que en más de una ocasión te has sentido dominado por un impulso, un enfado o una frustración. Descontrol de la situación y comportamiento ilógico e irracional suelen ser las consecuencias.

Sentimientos y emociones, a la orden del día

Puede decirse que ciertos sentimientos anulan nuestra capacidad para actuar y reaccionar de forma sensata. Sin embargo, esto no sucedería si antes de dejar fluir ese torrente de sentimientos y emociones nos parásemos a realizar –aunque sea una mínima- reflexión. Pero esto no es tan sencillo como parece. Saber manejar los sentimientos (lo que se conoce como inteligencia emocional) es una habilidad que sólo está al alcance de unos pocos. Por suerte, ésta puede trabajarse y adquirirse con constancia y paciencia y a través de un específico entrenamiento. Un reto que sin duda merece la pena asumir.

En efecto, controlar las emociones es una de las cualidades personales más valoradas en la actualidad. No sólo porque reporta innumerables ventajas a nuestra vida privada, sino porque también tiene un importante reflejo en el éxito alcanzado a nivel profesional. Probablemente la inteligencia emocional sea la causa por la que algunas personas prosperan en la vida y otras no, aun teniendo un nivel intelectual similar.

Recientes estudios han considerado que el concepto puro de inteligencia, tal y como se entendía hasta ahora, se ha quedado obsoleto. La inteligencia ya no se mide sólo por el coeficiente intelectual, sino más bien, por el cociente emocional; esto es, por la capacidad que tengan los seres humanos de relacionarse, expresar sus emociones, escuchar, hacer frente a los problemas y tomar decisiones. El conocimiento no nos garantiza la consecución de una vida plena. Las habilidades que nos permiten alcanzar la felicidad y el éxito en la vida no son de carácter intelectual, sino emocional.

Inteligencia emocional

Así entendida, la inteligencia emocional puede definirse como “la habilidad para percibir, asimilar, comprender y regular las propias emociones y las de los demás, promoviendo un crecimiento emocional e intelectual”. Es la capacidad para identificar las emociones, entenderlas, saber gestionarlas y hacer de ellas un uso racional. Es aceptar los sentimientos y poder expresarlos. Ser los dueños de nuestro propio comportamiento y comprender que las emociones son una respuesta natural a una experiencia vivida; que no son ni positivas ni negativas, simplemente emociones. Cuando sabemos identificarlas, regularlas y gestionarlas poseemos inteligencia emocional. Es importante señalar que cuando hablamos de control de las emociones no nos estamos refiriendo a reprimirlas u ocultarlas, sino más bien a todo lo contrario: a regularlas, reconocer que existen y manejarlas en beneficio propio.

De la definición de inteligencia emocional se desprende una de sus principales notas: es una habilidad que va mucho más allá de la esfera intrapersonal. Es una cualidad que nos permite, además de conocernos mejor a nosotros mismos, ponernos en el lugar de los demás. Poseer una de las cualidades más deseadas: la empatía. Saber escuchar y entender el motivo de un determinado comportamiento. Esto mejora notablemente las relaciones personales, la imagen que proyectamos a los demás y el desempeño, en la esfera profesional, del trabajo en equipo.

En definitiva, la inteligencia emocional es la capacidad de motivarnos a nosotros mismos, de fijar metas y perseguirlas a pesar de las dificultades, de controlar los impulsos, aceptar las críticas, valorar los elogios, regular nuestro propio estado de ánimo, de evitar que la angustia, ira o frustración interfieran en nuestras facultades racionales y de empatizar y confiar en los demás. Las personas con inteligencia emocional conocen sus fortalezas y debilidades, trabajan por superarse cada día, son proactivas, positivas y entusiastas, no temen a los cambios, saben pasar página y decir NO, gestionan su propio tiempo, reconocen sus errores, saben pedir perdón y rectificar comportamientos, y nunca nunca se rinden.

Importancia de la inteligencia emocional

Las empresas y los centros educativos son cada vez más conscientes de la importancia de estimular la inteligencia emocional, tanto en los adultos como en los niños. De ahí que en su modelo de gestión suelan contemplarse distintas metodologías para trabajarla.

Autocontrol, seguridad, confianza, saber actuar ante nuestros sentimientos de forma correcta, conservar la calma, pensar antes de actuar, no rendirse ante las adversidades… ¿suena bien verdad? Ahora puedes conseguirlo gracias a nuestra amplia selección de cursos online en esta materia. Conoce las distintas técnicas que te permitirán desarrollar tu inteligencia emocional y experimenta todos sus beneficios. Nunca es tarde para crecer en el plano personal y profesional.

Entiende el porqué de una emoción, aprende a identificar y gestionar tus sentimientos y a reaccionar de la manera que tú elijas. Quizá ahora entiendas por qué normalmente las personas que logran la excelencia académica no son las que triunfan en la vida. Esta “suerte” está reservada sólo a aquéllos que sacan el mayor partido a sus habilidades y saben hacer frente a los distintos retos y dificultades que nos plantea la vida.

En el control de las emociones está la clave del éxito y la felicidad. Ya lo decía Aristóteles: “cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo”.

Fuentes: Wikipedia, Be Fullness, Leader Summaries y Blog José Manuel Mencía

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